14 de octubre de 2011
Porqué el Che Guevara es incompatible con el 15-M
—No me gusta este título, compañero. Parece escrito por un pequeño burgués.
—Es mío. Pero le advierto que yo no tengo nada de pequeño burgués: ni carro, ni casa, ni sueldo de funcionario. Sólo quiero dejar en claro por qué una cosa no tiene nada que ver con la otra.
—El Che se sacrificó por la Revolución. Y el 15-M es heredero de ello.
—Reconozco que tenía un punto altruista y que al principio su lucha buscaba la reivindicación de derechos como la libertad, la igualdad y la justicia social.
—¿Y por qué dice «al principio»?
—Porque apenas tomaron el poder en Cuba, él y todos los demás hicieron la «Revolución» a su antojo. Rapidito, en 1961, se las arreglaron para implantar un régimen policial que persiguió a opositores, intelectuales, artistas, comunidades católicas y hasta homosexuales. O sea, a todos los que pensaran distinto. No hubo medias tintas. Muchos fueron llevados al paredón y otros tantos acabaron en las cárceles. Tomar al Che como referente del 15-M, sería una clara demostración de que no hemos aprendido nada en estos años.
—Qué superficial es usted. Le recuerdo, compañero, que pasado un tiempo el Che se distanció de Fidel y llevó, con admirable gesto, la Revolución a las selvas bolivianas.
—Claro que se distanció, pero no por las razones que debió hacerlo. Fidel quería alinearse con el sistema comunista de la URSS y el Che, en cambio, prefería el radicalismo de los chinos. Se opuso a gran parte de los acuerdos. El Che era así: nunca estaba de acuerdo con nada, probablemente porque no creía en ningún cambio. Habría podido ganar diez, quince o hasta cien revoluciones, pero ninguna lo habría dejado satisfecho. Su identidad estaba en la guerra, no en el cambio. ¿Se da cuenta de por qué no tiene nada que ver con el 15-M?
—Tiene que ver. El 15-M es nuestra batalla particular contra el sistema económico y político que nos ha impuesto el capitalismo.
—Sí, pero desde el lema «Democracia Real Ya». Es decir, es un llamado a replantear el sistema actual para hacerlo más justo, más plural, en el que todos tengamos cabida y nos sintamos representados. El Che encarna todo lo contrario. La suya no fue una reivindicación para la democracia, sino para imponer sus propias ideas. Quien no pensara como él, estaba condenado a quedarse fuera. Afortunadamente su «Revolución» se quedó a medio camino.
—No me convence. Su discurso imperialista no me hará cambiar de opinión.
—Está en todo su derecho. Yo no soy Fidel Castro para obligarlo a pensar a mi manera. Lo que sí haré es buscar nuevos referentes cada vez que hable del 15-M. Seguro que hay otros, y más acordes con lo que se pide.
—Por lo visto, usted no tiene casta revolucionaria. Tendré que dejar de llamarlo «compañero».
—Se lo agradezco. Me haría un gran favor.
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2 comentarios:
Buenísimo, Dani. No podías haberlo dicho mejor.
Gracias, Mari. Saludo.
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