1 de noviembre de 2011
Libreta de muertos
—¿No ha pensado en llevar una libreta de muertos, tía Berta?
—¡Virgen Santísima! ¿Qué cosa es ésa?
—Pues una libreta en la que usted pone los nombres y apellidos de todos los cristianos que conoció y que ya se han ido para el otro barrio.
—Dios libre y guarde, mijo. ¿A quién se le ocurren semejantes ideas?
—Pues a Fernando Vallejo, tía. ¿Se acuerda de él?
—¿No es el viejo loco y sinvergüenza que anda gritando a los cuatro vientos que Colombia es el peor país del mundo?
—El mismo, tía. Un compatriota en todo el sentido de la palabra.
—No blasfemes, mijo, que el Señor te está oyendo.
—Total, el caso es que don Fernando, que había prometido no volver a escribir nada, hizo su propia libreta de muertos. Y la tituló El don de la vida (Alfaguara, 2010).
No es el mejor libro de Vallejo. De hecho, uno llega a extrañar la singularidad con que esa primera persona —que a veces es un muerto y a veces es el propio Vallejo— evoca el pasado perdido en otras de sus novelas. Aquí el plan es otro. Un personaje, presintiendo la llegada de su muerte, empieza a despedirse de todo: de la rencorosa y zafia Medellín, de Colombia la asesina, de la finca Santa Anita, de los compadres de antaño, de sí mismo, de la Humanidad...
Y en el camino se le ocurre llevar una libreta con el nombre de los muertos que conoció en vida: su abuela Raquel Pizano, el abuelo Ovidio, su padre Aníbal Vallejo, la tía Elenita, Pepe Metralla, Borges y hasta el propio Karol Wojtyla.
Están todos los que son: más de seiscientos. Y a los que pronto se unirá. Páginas de un diálogo entretenido, vibrante y cruel, escrito desde una ira tan profunda y despiadada que, irremediablemente, es la misma cara de un profundo amor por la vida: "Déjese llevar por la caída. Caiga, caiga, caiga en el pozo sin fondo a la buena de Dios. Y ame, ame, ame que el odio pudre el corazón del hombre. Pero eso sí, no ame demagógicamente a todos porque el que ama a muchos no ama a nadie. Ame como yo, que sólo amo a uno solo: a usted, compadre. Y tomémonos el último aguardiente, que ya amanece y el garrafón se acabó".
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1 comentario:
Interesante, me gustaría poderlo encontrar por estos lados, buena recomendación Monsieur Cristancho, salu2.
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