"Por aquellos días meditaba José si tomar o no por esposa a la joven y grácil María, vecina de su comarca y por la que sentía especial atracción pese a sacarle casi veinticinco años.Y aconteció que una noche, pensando aún en ello, soñó que un forastero tocaba a su puerta y le decía: «José, no temas recibir a María como esposa, pues tu amor es correspondido. Si la tomas, pronto dará a luz un hijo, el primero de los siete de vuestra unión, y el cual dejará especial huella entre los hombres».El carpintero, que hasta entonces había vivido en soltería, se armó de valor y a la mañana siguiente se presentó ante ella. Y María respondió tal como el forastero del sueño había anunciado.La tomó por esposa, la llevó a vivir a su casa y le ofreció todo cuanto él y su taller podían. Y cuando le anunció que había caído en gravidez, veló y cuidó de ella hasta el día del alumbramiento.La noche del nacimiento del niño, al que pusieron por nombre Jesús, José salió del establo y se quedó mirando largo rato el cielo. Una estrella reluciente colgaba en lo más alto. Se sintió raro, confundido, y enseguida supo que había empezado a ser otro.Y así estuvo, con la mirada fija en el cielo abierto, hasta que tres pastores vecinos, atraídos por el llanto del niño, vinieron a dar la buena nueva ofreciendo un par de corderos, pan y vino.No fue el Verbo Eterno ni el germen del Espíritu Santo: se trató sólo del primer hijo de José y María."
24 de diciembre de 2011
Fragmento (apócrifo) de Navidad
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