17 de julio de 2012

Objetos que hablan



—¿Puedo recomendarle un libro, señor banquero?
   —Depende. Le advierto que sólo me interesan los números y las estadísticas.
   —Algo me dice que es perfecto para usted.
   —¿Qué libro es?
   —Una forma de resistencia (Alfaguara, 2012), del poeta Luis García Montero (foto arriba).
   —No me gustan los poetas. Nunca entiendo lo que dicen.
   —Pero no es un libro de poemas. Es una especie de inventario de objetos que hablan.
   —¿Objetos que hablan?
   —Sí, cosas que uno va guardando con los años. ¿Qué cosas guarda usted?
   —Yo nunca guardo nada. Todo lo tiro al poco tiempo de usarlo.
   —García Montero, no. Y por eso en estas páginas habitan relojes, sillas, billetes de tren, cajas vacías, cartas, espejos, flores, libros y hasta una corbata de Rafael Alberti.
   —Prefiero coleccionar beneficios. ¿No hay nada en el libro que hable de beneficios?
   —Una moneda checoslovaca, pero es vieja y sin valor al cambio actual.
   —Bah... Además, nunca he visto un reloj o una corbata hablando.
   —Pero es cierto, señor banquero. Los objetos, aunque usted no lo crea, no paran de hablarnos. Y no sólo eso, sino que además cuentan historias, y sienten con nosotros, y se entristecen, y viajan a lugares remotos. Es más, a menudo alzan la voz y nos recuerdan quiénes fuimos. O quiénes somos y para dónde vamos. «La vida», dice García Montero, «se queda enredada en los objetos y nos defiende de la desaparición».

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