—¿Puedo recomendarle un libro, señor banquero?
—Depende. Le
advierto que sólo me interesan los números y las estadísticas.
—Algo me dice que
es perfecto para usted.
—¿Qué libro es?
—Una forma de resistencia (Alfaguara, 2012), del poeta Luis García Montero (foto arriba).
—No me gustan los
poetas. Nunca entiendo lo que dicen.
—Pero no es un
libro de poemas. Es una especie de inventario de objetos que hablan.
—¿Objetos que
hablan?
—Sí, cosas que uno
va guardando con los años. ¿Qué cosas guarda usted?
—Yo nunca guardo
nada. Todo lo tiro al poco tiempo de usarlo.
—García Montero,
no. Y por eso en estas páginas habitan relojes, sillas, billetes de tren, cajas
vacías, cartas, espejos, flores, libros y hasta una corbata de
Rafael Alberti.
—Prefiero
coleccionar beneficios. ¿No hay nada en el libro que hable de beneficios?
—Una moneda
checoslovaca, pero es vieja y sin valor al cambio actual.
—Bah... Además,
nunca he visto un reloj o una corbata hablando.
—Pero es cierto,
señor banquero. Los objetos, aunque usted no lo crea, no paran de hablarnos. Y
no sólo eso, sino que además cuentan historias, y sienten con nosotros, y se entristecen, y
viajan a lugares remotos. Es más, a menudo alzan la voz y nos recuerdan quiénes
fuimos. O quiénes somos y para dónde vamos. «La vida», dice García Montero, «se
queda enredada en los objetos y nos defiende de la desaparición».
No hay comentarios:
Publicar un comentario