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18 de junio de 2014

El Ambidiextro reconoce su derrota en las presidenciales de 2014




     Movimiento del Sin Remedio Nacional (MSRN)
     18 de junio de 2014

Tras los resultados de las elecciones presidenciales celebradas el pasado domingo en Colombia, acepto sin reparos la voluntad de la mayoría de mis compatriotas y agradezco el apoyo de los 5 votantes (el 0.000031% del total de electores) que me dieron su confianza en mi aspiración patriótica de liberar a Colombia de los 47 millones de colombianos que la habitan. Ha sido un orgullo representarlos con tan magna propuesta.
     Felicito al candidato de la Unidad Nacional y actual presidente de la República, Juan Manuel Santos, quien estará sentado en el solio de Bolívar cuatro años más.
     Sin embargo, quiero dejar claro que su reelección no es un motivo de alegría. O, por lo menos, no de una alegría parecida al entusiasmo o a la euforia. Digamos, más bien, que es un gesto de tranquilidad. Un respiro. Zurdos, diestros y ambidiestros de diversos sectores sociales coindicen en que Santos está lejos de ser el líder que Colombia reclama. Aun así, entre el pacto negociado con las FARC o el matoneo de Óscar Iván Zuluaga y su rabioso patrón, el pendenciero senador Uribe, es evidente que la suya es la mejor de las opciones. O mejor dicho, la menos peor. Y como decían las abuelas, «haremos de tripas corazón».
     Por ello, como líder del Movimiento del Sin Remedio Nacional (MSRN), aprovecho la ocasión para hacer extensivo mi apoyo a los diálogos que se llevan a cabo en La Habana. Y lo hago confiado en que se conviertan en una vía directa hacia la paz, la justicia y la reconciliación tras décadas y décadas de enterrar muertos de ambos bandos. Es una nueva oportunidad que, por el bien del país, no se puede desaprovechar. Y, quizá, la última.
     En caso de que el Gobierno firme la paz con las FARC y los acuerdos se lleven a la práctica en temas como reconocimiento de víctimas, reforma agraria, empleo, educación, seguridad social, lucha contra el narcotráfico y participación política, es posible que no haga falta liberar a Colombia de sus 47 millones de colombianos. Y si eso ocurre, renunciaré inmediatamente a mi aspiración presidencial y anunciaré la irreversible disolución del MSRN.
     Pero como Colombia suele ser tan terca y tan corta de entendederas, prefiero continuar con mi solitaria militancia hasta que dichos acuerdos se suscriban. Uno nunca sabe.
     Patrióticamente,


   El Ambidiextro
   (desde algún lugar del paraíso del exilio)

24 de mayo de 2014

Campaña presidencial



—La publicación de este post supondrá un antes y un después en la historia de El Ambidiextro.
   —¿Nos va a revelar, por fin, a quién le plagia los artículos?
   —No. Ese secreto me lo llevo a la tumba.
   —¿Entonces?
   —¡Me voy a lanzar a la presidencia de Colombia!
   —¿Usted? ¿Un apátrida rabioso?
   —Sí, imagínese: un apátrida rabioso aspirando al sagrado solio donde el general Simón Bolívar, que en mala hora nos separó de España, puso alguna vez las nalgas.
   —¡Ah, carajo! ¿Y cuál es su partido político?
   —El recientemente fundado MSRN: Movimiento del Sin Remedio Nacional.
   —¿Y sus propuestas?
   —Una sola: conceder visas al extranjero a diestra y siniestra de modo que, pasadas las primeras semanas de mi mandato, los 48 millones de colombianos abandonen el país.
   —¡¿Cómo?! ¿Lo dice en serio?
   —Completamente en serio... Mi gobierno se encargará de dispersarlos a lo largo y ancho de los cinco continentes sin distinción de raza, sexo, religión o nivel de impunidad. Todos serán tratados en igualdad de condiciones, según reza la Constitución del 91. Prometo que no quedará un solo colombiano en todo el territorio nacional. Y listo, fin del problema.
   —¿Y los que no quieran irse a otro país?
   —Pues los mandamos a Kepler-186f, el planeta gemelo de la tierra que ha descubierto la NASA.
   —No diga eso. Vea que Colombia es un país bien lindo.
   —¡Claro, lindísimo! En eso estamos de acuerdo.
   —¿Entonces cuál es el problema?
   —El problema es que Colombia tiene un problema gravísimo: los 48 millones de colombianos. Y como en Colombia hay tantos colombianos, es urgente pensar en una solución que vaya a la raíz del asunto. Hay por ahí un senador pendenciero que apuesta por darle bala a todo el que se cruce en su camino. Yo no. Yo me inclino por una solución de otro tipo: repartir pasaportes y llenar un avión tras otro hasta que el país quede vacío, limpio y en calma, como tuvo que haber sido cuando aún no había colombianos y no se llamaba Colombia.
   —¿O sea que primero les pide el voto y luego los echa del país?
   —Es la única solución. Mi lema será «¡Todos afuera!».
   —Dudo mucho que su campaña electoral tenga éxito.
   —No importa. Si no gano ahora, dentro de cuatro años volveré a intentarlo. Y si tampoco gano, lo intento otra vez. No descansaré hasta el día en que Colombia sea un país libre de colombianos.