4 de febrero de 2012

Esperando a Yoani




—Para que entienda el caso de Yoani Sánchez, le propongo un ejercicio: suponga que usted tiene 35 años y vive con sus padres. Y suponga que a su padre, que es un viejo autoritario y cascarrabias al que le gusta meterse en todo, un día llega al colmo de controlar sus horarios.
    —Qué agobio ese padre.
    —Pero suponga una cosa más: que el viejo autoritario y cascarrabias, además de controlar sus horarios, un día no le da la gana de dejarlo salir. Y lo encierra en la casa.
    —¡Ni más faltaba! Yo pelearía por mi espacio.
    —Pues ahí está el asunto: Yoani lleva casi siete años exigiendo su propio espacio y el de otros 11 millones de cubanos. Pero el viejo cascarrabias que gobierna la isla (o su hermano) se ha hecho el de la vista gorda. Tiene un blog que recibe millones de visitas de todo el mundo. Es más, ese blog ha ganado numerosos premios, como el Ortega y Gasset de Periodismo que el diario El País de España le otorgó en 2008.
    —Bueno, por lo menos a España sí que ha ido.
    —No. Esa vez, al igual que en otras 18 oportunidades, el viejo cascarrabias no la dejó salir. Tres años después, Yoani no ha podido recibir el premio. Aquí en Madrid la seguimos esperando...
    —¿Y qué ha pasado desde entonces?
    —La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, estuvo en Cuba la semana pasada. Yoani, que está invitada al lanzamiento de un documental en el estado de Bahía el próximo 10 de febrero, aprovechó para enviarle por escrito una solicitud de visa. Y Dilma respondió con un «sí». Pero el viejo cascarrabias, una vez más, acaba de decir que no podrá salir de la isla.
    —Pronto será una coleccionista de negativas.
    —Sí, pero eso es lo de menos. De alguna forma, Yoani lo esperaba. La cuestión es que Latinoamérica está harta de viejos cascarrabias. Está harta de que a sus ciudadanos les digan qué hacer y qué no. Afortunadamente, es el único que queda. Hay tres o cuatro payasos que sueñan con seguir sus pasos, pero ni pasando por encima de las leyes lo van a lograr. Que lo sepan.

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