Domingo, 20:30 hs. Puerta del Sol de Madrid. Asamblea semanal del 15-M.
Hay unos cuarenta asambleístas. La sesión gira en torno a las acciones a realizar durante las próximas semanas.
Turno de palabra. Violeta:
—La estrategia de la Policía y del Gobierno es dividirnos. Según ellos, en el 15-M hay una facción buena y otra facción mala, que es la que nos incita a cometer actos violentos.
Turno de palabra. Almudena:
—Es una visión maniquea del movimiento. Los verdaderamente malos son ellos. Los malos son todos los que están con el sistema. Nosotros somos antisistema.
Turno de palabra. Luis:
—Lleváis razón, pero me gustaría añadir algo. Estuve la semana pasada en las protestas contra Bankia. Y debo confesar que las provocaciones vinieron de nuestro lado. Si no pasó nada, fue porque la Policía no quiso.
Turno de palabra interrumpido.
Varios asambleístas alzan los brazos formando una X. Los brazos en X, en el lenguaje del 15-M, significan «No estoy de acuerdo».
Luis deja el megáfono y abandona la asamblea.
Turno de palabra. Fernando:
—Son ellos los que nos provocan y nos reprimen. Hay que seguir adelante. Hay que llevar nuestra resistencia a grandes y pequeñas esferas, todos los días, a todas horas. Es la única manera de mantenernos al margen del sistema.
Los asambleístas alzan los brazos y menean las palmas en el aire. Las palmas meneándose en el aire, en el lenguaje del 15-M, significan «Estoy de acuerdo».
Yo me quedo con las manos en los bolsillos. Y me pregunto si no me habré equivocado de sitio.
¿15-M? No, no es el mismo 15-M de hace unos meses.
Ahora debería llamarse 15-R. R de radicales, por ejemplo. O de rabiosos.
Me marcho.
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