La duda del general

Anoche soñé con Bolívar. En el sueño, era la madrugada del 22 de junio de 1819, horas antes de que su ejército libertador emprendiera el célebre Paso de los Andes (imagen arriba), campaña militar que dio comienzo a una serie de batallas que ese mismo año sellaría la independencia de la Nueva Granada (actual Colombia).
  Era una noche helada en el Páramo de Pisba. El general se había levantado antes que nadie y llevaba un rato paseando por los confines del campamento. Me acerqué sigilosamente.
  —¿Insomnio, general?
  El general ni siquiera se movió. Su perfil se recortaba contra el cielo oscuro.
  —Esta noche no soporto la hamaca.
  —¿Le preocupa algo?
  —No, no... La campaña será todo un éxito. Ya verá cómo remontamos la cordillera y llegamos a Socha. Las tropas reales de Barreiro no lo creerán cuando nos vean.
  —¿Entonces?
  —No sé... De pronto me entró cierta inquietud, unos deseos imperiosos de bajar las armas y dar marcha atrás a todo esto. Hace un momento estuve a punto de deciros: «¡Romped filas!».
  —¿«Romped filas»?
  —Sí, soldado. Es más, me pregunté si hacíamos lo correcto, si tanta resistencia valdría la pena para el futuro de esta patria. Y si quiere que le diga algo, no lo tengo claro.
  —No le entiendo. Usted ha sido el precursor de todo esto.
  —Por supuesto, pero eso no impide que alimente la duda. No me fío de este país, que más que un país es un territorio de tiranuelos y esclavos, de bárbaros desenfrenados que me recuerdan el caos primitivo de la Humanidad. A lo mejor ganamos más perdiendo. O a lo mejor, si ganamos, no ganamos mucho. Me temo que esta guerra sólo engendrará una patria más violenta, famosa a lo largo y ancho del mundo por su desgobierno.
  Y al decir esto hubo un silencio tan frío como el frío del Páramo.
  Luego se alejó unos metros, casi hasta el final de la explanada. A lo lejos vi su figura recortada contra el cielo, cabizbaja, caminando a lo largo de la brumosa línea del horizonte andino.


(*) En conmemoración de los 182 años de la muerte de Simón Bolívar, ocurrida el 17 de diciembre de 1830 en Santa Marta (Colombia).