28 de enero de 2013

Cataluña, tierra prometida




Y acontenció que estando Artur Mas en su despacho de la Generalitat, la diosa Demagogia se le apareció envuelta de pies a cabeza en la senyera catalana.
   —¡Artur, Artur!
   —Aquí estoy —dijo él, que había vuelto a perderse en una de sus ensoñaciones.
   Entonces la diosa Demagogia dijo:
   —Bien he visto la aflicción del pueblo catalán, que por desgracia continúa siendo parte de España, y he oído su clamor soberanista a causa del expolio al que año tras año es sometido. Por eso he resurgido de entre los viejos vicios democráticos para liberaros de dicho flagelo y hacer de vuestra tierra un país independiente, libre de déficits y de recortes, donde fluyan soberanamente el crédito y la liquidez, y en el que los catalanes rindan cuentas ante su propia agencia tributaria. Se hablará solamente el catalán, allí, y la senyera ondeará con altivez así en Tarragona como en Lérida, en Barcelona como en Girona. Tal es el clamor que ha llegado ante mí. Así que levántate, Artur, y ve ahora mismo al Parlament a anunciarlo tal como te lo he dicho.
   Pero Artur se mostraba afligido.
   —¡Lo siento, diosa! Una facción de mi partido ha sido condenada por financiación ilegal y, encima, hemos perdido varios escaños en las pasadas elecciones. No me siento con autoridad para hacerlo.
   Pero la diosa Demogogia, enfática, le contestó:
   —¿Para qué crees que he venido? ¿Acaso olvidas que soy la diosa de los políticos en apuros? Anda, pues, que yo te enseñaré lo que has de hablar. Además, no irás solo. Tendrás al lado al discípulo Junqueras, de ERc, quien te apoyará en todo lo que hagas.
   Y el Parlament, al oír que la diosa Demagogia había visitado los despachos de la Generalitat y había sido testigo de la aflicción del pueblo catalán, se inclinó ante Artur, le adoró y aprobó la declaración soberanista.

No hay comentarios: