18 de junio de 2013

Diez minutos



—Compadre, apunte este dato: en Colombia hay un desplazado por la violencia cada 10 minutos.
   —¡Virgen del Agarradero...! No diga esas barbaridades, compadre.
   —No, si no es cosa mía. Lo dijo el otro día la ONU.  
   —Ah... Pues a ese paso, compadre, nos vamos a quedar sin campesinos.
   —Claro, porque fíjese: un desplazado cada 10 minutos, o sea 6 cada hora, o sea 144 al día, o sea 4.320 al mes, o sea 51.840 al año... Y mejor no sigo, porque a lo mejor llegamos a los 45 millones y acabamos desplazando al país entero.
   —¿Pero no dicen que Colombia está mejor que toda Europa junta?
   —¡Qué va, compadre! No se olvide que esas son las noticias que nos llegan hasta aquí, al exilio, y que es bien distinto verlo todo a la distancia que cuando uno está metido en el fregao. Hay cosas que ni un PIB del 6% puede cambiar, como ese gusto nuestro por la sangre y la guerra.
   —¿Y qué piensan los doctores del Gobierno?
   —El presidente Santos lo está intentando, pero es muy difícil llamar a la cordura en el país del odio. A la Ley de Restitución de Tierras le han salido ejércitos Anti-Restitución de Tierras. Al Proceso de Paz le han salido Enemigos del Proceso de Paz. Y así con todo lo demás, compadre. Basta con que usted proponga algo para que salga otro fulano diciendo lo contrario y le apunte con un fusil a la cabeza. Así es Colombia, compadre: terca, altanera, incorregible y violenta. Así ha sido y así seguirá siendo, por los siglos de los siglos, amén.
   —Pero algo tenemos que hacer, compadre.
   —Yo, por mi parte, lo tengo clarísimo: voy a comprarme una libreta para llevar la cuenta de los desplazados que se queden sin rancho de ahora en adelante.
   —¿Y servirá de algo, compadre?
   —Es lo único que se me ocurre, compadre. Además, yo ahora vivo en el exilio y de algún modo también soy un desplazado: no de la violencia, afortunadamente, pero sí de la estrechez de entendederas... Y ahora, con su permiso, tengo que irme, compadre.
   —¿Ya se va, compadre? ¿Tan rápido?
   —Sí, compadre. Es que fíjese: llevamos aquí casi seis minutos hablando, y dentro de poco serán ocho, y luego diez, y cuando eso pase en Colombia habrá un nuevo desplazado por la violencia y tendré que ir a apuntarlo a mi libreta. Quiero comenzar cuanto antes. Ya se me han escapado casi 5 millones y no pienso dejar ni uno más por fuera. Los quiero tener a todos: niños, mujeres, viudas, huérfanos, campesinos, indígenas, blancos, negros, mestizos, mulatos, pobres, requetepobres, miserables... ¡A todos, compadre, a todos! Es la única manera de no olvidarlos. Es la única manera de solidarizarme con su destierro.

No hay comentarios: