24 de junio de 2013
La invención del amor
—Imagine que usted se enamora de alguien que no existe.
—Bueno, no es tan raro. Por lo general, no nos enamoramos de la persona que tenemos al lado, sino más bien del ideal que construimos de ella. Y después, obvio, viene el porrazo. Le pasó al
mismísimo Don Quijote con su bella Dulcinea, que no era tan bella ni tan dulce y, encima, tenía un nombre feísimo: Aldonza Lorenzo.
—Ya, claro... Pero esta vez lo digo literalmente: imagine, por ejemplo, que usted se enamora de una persona que ha muerto.
—Me gusta la idea...
—Es más: imagine que usted es un hombre soltero, apático y del montón, que a sus 40 años no se ha comprometido con nada ni con nadie, y al que le basta con salir cada tarde a su terraza a contemplar los tejados de Madrid. Le da igual su trabajo, la familia, el amor, el Real Madrid... Ha vivido, digamos, al margen de todo y a la espera de nada.
—¿Un Joseph K. en plena crisis española?
—Más o menos... Y entonces, una mañana cualquiera, recibe una llamada en la que le informan de que Clara ha muerto. Usted hace memoria, pero no encuentra el recuerdo de ninguna Clara. Es evidente que le confunden con otro, alguien que además se llama como usted (Samuel), pero aun así decide seguir el juego. Y fascinado con la posibilidad de suplantar a ese otro, de romper con la literalidad de su vida, se presenta sin más en el funeral.
—¡Vaya, qué valor!
—Y una cosa lleva a la otra, y luego a otra, y a otra más, hasta que usted se da cuenta de que está atrapado en ese «otro» que ha construido. Usted es una invención: su propia invención. Como casi todo en la vida. Como casi todo lo que contamos y nos cuentan. Incluido su amor por la tal Clara, que no es amor, pues seguramente ella nunca se habría enamorado de usted. Entonces viene el dilema: un amor toca a su puerta, éste sí verdadero y sin duda el primero en toda su vida, y usted tiene que decidir qué historia le cuenta: si la suya o la de ese «otro». ¿Se lo imagina...?
—Me lo imagino, sí, me lo imagino...
* José Ovejero (Madrid, 1958), premio Alfaguara de Novela 2013 con «La invención del amor».
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