11 de junio de 2013

El congresista que habló trece horas seguidas



—¿Trece horas seguidas? ¡No, no me lo creo! Esto es peor que lo de Hugo Chávez, que se tiraba media mañana hablando de sus problemas intestinales.
   —Pues créalo: el discurso duró 12 horas y 53 minutos (ver vídeo).
   —¿Cómo se llama el fulano?
   —Rand Paul, senador estadounidense por el Partido Republicano.
   —¿Y por qué tanto parloteo?
   —Las normas parlamentarias se lo permiten. Se trata de una estrategia (el filibusterismo) para alargar los debates a voluntad de las minorías y aplazar, por lo menos transitoriamente, votaciones en la Cámara Alta. En este caso, Paul se oponía al nombramiento de John Brennan como nuevo jefe de la CIA y a los planes de seguridad que el presidente Obama quiere llevar a cabo en suelo estadounidense.
   —¡Es increíble! ¿Le alcanzó la voz para tanto?
   —La voz sí, pero la vejiga no. El señor Paul descansaba cuando los otros congresistas le hacían preguntas o apoyaban su tesis con alguna intervención. Comía barritas de chocolate y frutos secos para calmar el hambre. También bebía sorbitos de agua. Lo importante era no renunciar a su turno de palabra. Habló y habló y habló hasta que la vejiga no le dio más y tuvo que salir corriendo a los baños del Congreso. ¡Qué alivio tuvo que haber sentido!
   —Y dígame: ¿sacó algo en claro?
   —No, porque a los pocos días Brennan fue elegido para el cargo. Pero eso es lo de menos. Lo más llamativo es otro asunto: que Paul no lo hizo por una cuestión ideológica o de principios.
   —¿Ah, no?
   —No, no... Hace unos años, los republicanos aprobaron un plan de seguridad muy parecido impulsado por el ex presidente Geroge W. Bush. Pero ahora, como la idea venía de Obama, Paul tenía que oponerse a como diera lugar. Lo importante era fastidiar a los del bando contrario. Y de paso, claro, ganar un poco de protagonismo de cara a las próximas elecciones.
   —O sea, que en el fondo es como si no hubiera dicho nada...
   —Efectivamente. Pero no sólo él: es la política en general la que ya no habla ni administra ni gestiona más allá de los intereses de quienes la ejercen. Cuando Fulano manda, Zutano se opone; y cuando Fulano se opone, Zutano manda. Estamos rodeados de filibusteros: rojos, azules, socialistas, populares, laboristas, conservadores... ¡Filibusteros por todas partes! Y es insoportable tanto ruido, tanto parloteo. No importa si hablan diez minutos o veinte horas. Es igual. Necesitamos que se bajen del estrado. Necesitamos que se quiten las camisas de fuerza de sus partidos. Hace falta una política más dinámica, versátil, transversal y, sobre todo, con principios claros... ¿Estaremos pidiendo demasiado?

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