24 de septiembre de 2013

Botellas al mar: 2 años



—Se nos vino el otoño, y de paso el segundo cumpleaños de este blog.
   —¿Dos años hablando barbaridades de Colombia?
   —Eso mismo.
   —¿Y no han atentado contra su vida? ¿No le ha pasado nada?
   —No, porque afortunadamente este blog se escribe desde la paz del exilio. Además, no es de lo único que aquí se habla. También hay espacio para otros temas.
   —¿Cuáles?
   —La crisis de la UE, los sobresuedos del PP, las carreteras catalanas, la política estadounidense, los logros de la PAH, los caprichos de la cuasi alcaldesa de Madrid, los exiliados españoles en México, las triquiñuelas para la re-reelección de Evo Morales, la censura de los medios en Latinoamérica, Cuba, Simón Bolívar, el nuevo Papa, Dios, las últimas fotos de Marylin Monroe, Benzemá y su derecho a no cantar La Marsellesa, el futuro de los libros, la poesía de Juan Gelman, una que otra película y hasta un listado de cinco cosas que alientan la existencia de un mundo con valores y prioridades distintos.
   —¡Vamos, que sólo le faltó hablar de la vida en Plutón!
   —Tengo un texto casi listo sobre eso.
   —¿Y piensa seguir haciéndolo?
   —Por supuesto. Como dijo hace poco Richard Ford: «Cuando te dedicas a esto [la escritura], acabas entendiendo que no escribirías si nadie te leyera». Y estos textos, que ya pasan del centenar, han tenido la fortuna de congregar a un pequeño grupo de lectores que, semana tras semana, se ocupa de señalar tanto sus aciertos como sus errores. Mientras haya por lo menos un curioso husmeando entre estas líneas, El Ambidiextro seguirá lanzando sus botellas al mar.
   —Pero eso no va acambiar el mundo. ¿Por qué tanta insistencia?
   —No lo sé muy bien... Podría decirle que es por mera vanidad, o porque tengo mucho tiempo libre, o incluso porque no quiero quedarme regazado en los temas de Internet.
   —Conozco muchísimos blogeros de esos.
   —Pero no es exactamente por eso. Creo, más bien, que es porque no puedo dejar de hacerlo. O como decía Aristóteles: porque es algo que se basta a sí mismo, y a la vez me hace feliz. Y si de paso consigo ser original y le aporto a los lectores una visión particular de las cosas (que a veces es divertida y otras veces es rabiosa), mi alegría es doble. No hay nada mejor que compartir una idea, una opinión, un comentario. Lo que no se comparte ni se celebra, se lo lleva el olvido; y lo que se lleva el olvido, no existe: es vacío, silencio, nada.

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