29 de octubre de 2014

Jugadores de golf



—Técnicamente es sólo una fotografía. No entiendo por qué tanto escándalo en las redes sociales.
   —La inmigración irregular no es sólo un problema técnico.
   —El golf no tiene nada que ver en esto.
   —Nadie ha hablado del golf.
   —Parece como si los ricos, por ser ricos, tuvieran la culpa de las desgracias ajenas.
   —Depende de qué tipo de ricos.
   —De los que juegan al golf, por ejemplo. En Melilla o en cualquier otro sitio.
   —Yo me refería al comportamiento de esos ricos, no a sus aficiones ni a su lugar de residencia.
   —Los ricos tienen derecho a acumular fortunas.
   —Eso no implica que miren hacia otro lado, como si no pasara nada.
   —¿Hacia dónde deberían mirar?
   —No sólo se trata de mirar. También hay que saber actuar.
   —Cuando se publicó esta foto, varios jugadores no volvieron al campo de golf en Melilla. Y me han hablado de otro que, al ver a los inmigrantes allí subidos, se puso a llorar.
   —Volvemos a los tipos de ricos...
   —Pero otros, incluida aquella pareja, siguieron yendo. Y eso no quiere decir que sean culpables.
   —No. Eso quiere decir dos cosas.
   —¿Qué cosas?
   —La primera, que a esa pareja que sale en la foto le gusta mucho el golf.
   —Seguramente. ¿Y la segunda?
   —Que a esa pareja que sale en la foto le gusta el golf por encima de todo.
   —Problema de ellos. ¿Le parece eso es tan grave?
   —Si su mayor preocupación consiste en llegar al hoyo 18 mientras, al otro lado de la valla, miles de personas se juegan la vida diariamente por cruzar una frontera, entonces sí estamos hablando de algo grave. ¡Algo gravísimo! Llámelo como quiera. Hoy me he olvidado el diccionario de sinónimos. Tan grave será que puede acabar siendo una conducta. Y eso no lo podemos permitir. Hay que hacer algo. Hay que abandonar cuanto antes esta partida de golf.

(*) Foto: campo de golf en Melilla, ubicado a escasos metros de la valla fronteriza que separa a España de Marruecos.

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