31 de diciembre de 2014

Ciudadanos: pequeños grandes gestos


El mundo va mal: qué remedio. Dios lo hizo así. A veces, sin embargo, da la impresión de que no
va tan mal. Es decir, medianamente mal. Incluso Colombia, epicentro de casi todos los males terrestres, por momentos da muestras de cordura. Pero esas muestras, ínfimos destellos en el cielo de la avaricia y el despropósito, ya no son obra exclusiva de apellidos rutilantes o sistemas de gobierno escritos en mayúsculas. El héroe de nuestros días tiene nombre propio: el ciudadano, la gente común y corriente que cada mañana persiste en la idea de mejorar su vida y la de sus vecinos. He aquí, pues, una lista con seis gestos ocurridos en 2014 que reivindican la solidaridad, la templanza y el deseo de un mundo distinto.




1. Guido, 36 años después
Estela llevaba marchando casi 40 años en la misma plaza. Todo el país la conocía. Su voz era la voz de cientos de abuelas a las que la dictadura militar les había amputado sus hijos. Estela buscaba al nieto que, nacido en el centro de detención donde torturaron y mataron a su hija, no pudo llevar el nombre que le correspondía: Guido. Durante esos casi 40 años, Estela festejó la aparición de 113 nietos robados. Pero nunca tuvo noticias de Guido, su Guido. Hasta el día en que Ignacio Hurban, músico de 36 años, acudió a la asociación de Estela con serias dudas sobre su origen. Una prueba de ADN no sólo confirmó sus sospechas, sino que le puso de frente con su verdadera identidad: Guido Carlotto. Estela, tras casi 40 años, por fin pudo abrazar a su nieto.




2. ¡Vecinos!
El alcalde quería construir un bulevar y un parking de pago en una calle emblemática del barrio Gamonal. Los ciudadanos, hartos de que no les consultaran, decidieron tomarse la calle y paralizar las obras. El alcalde, que había entregado la obra a un amigo constructor, afirmó que no cedería. Los ciudadanos dijeron que tampoco. El alcalde redobló la presencia policial en la zona. Los ciudadanos redoblaron su número y el caso llegó a la televisión, la radio, la prensa y las redes sociales. El alcalde, finalmente, ordenó la paralización de las obras. Los ciudadanos, en su última concentración, gritaron eufóricos: «¡Gamonal ha vencido!».




3. Amor por los colores
Una tarde, después de un partido del campeonato nacional, los hinchas del Sportivo Luqueño se quedaron viendo las gradas vacías de su estadio y lamentaron el aspecto que daban: sucias, grises, feas. Tenían dos opciones: una, quejarse ante la dirigencia del club; dos, ponerse manos a la obra. Y los Chancholigan's, nombre con el que se conoce a los seguidores de este equipo, se decidieron por la segunda. Al otro día, unos 120 hinchas llegaron al estadio Feliciano Cáceres con brochas, rodillos y botes de pintura azul y amarillo. Todo un acto de amor. Y aunque al final del torneo el Luqueño quedó cuarto en la tabla de posiciones, sus seguidores se coronaron campeones del emprendimiento y la solidaridad.




4. Malala sabe escribir
Malala no sabía nada de armas. Malala sólo sabía que las armas prohibían a las niñas de su país ir al colegio. Malala iba al colegio y sabía escribir. Malala decidó abrir un blog denunciando los despropósitos de los violentos contra las niñas y jóvenes como ella que querían ir al colegio a aprender a escribir. Malala fue vítcima de un atentado mientras viajaba en su autobús escolar y estuvo entre la vida y la muerte. El caso de Malala le dio la vuelta al mundo. Malala viajó al Reino Unido y regresó al colegio. Malala recibió el Premio Nobel de Paz en 2014. Malala tiene 17 años y sueña con dedicarse a la lucha de los derechos de la infancia.




5. Querida mamá Clarie
La señora Clarie Momboe Ndi-Samba tiene más de 700 hijos: a tres de ellos los parió y a los otros la vida se los fue poniendo en el camino. Son hijos de las presas más pobres de las cárceles de Yaoundé (Camerún), que ella se encarga de asistir mientras sus madres cumplen condena. Es cuidadora, maestra, psicóloga, médico, enfermera, terapeuta y todo lo que haga falta. Contra la opinión de sus padres y hermanos, renunció a dirigir una empresa familiar próspera y creó su propia fundación, Le Relais Enfants-Parents du Cameroun, que a día de hoy aglutina a un nutrido grupo de voluntarios. «No gano dinero. No pago a nadie. Pero tengo muchos amigos que me cuidan cada día», afirma, y vuelve a cantarle al niño que sostiene en brazos.



6. El Rayo que salvó a doña Carmen
Mientras a doña Carmen Martínez, de 85 años, el banco le quitaba el piso tras haber avalado a su hijo en un préstamo de 71.000€, a pocas cuadras de allí el Rayo Vallecano preparaba su próximo partido de Liga. La noticia del desahucio llegó a oídos del entrenador del equipo, Paco Jémez, quien de inmediato movió sus fichas para dar una solución al asunto. Tras reunirse con el presidente del club y la plantilla de jugadores, se acordó que el Rayo pagaría el nuevo alquiler de doña Carmen hasta que su situación mejorara. «Nosotros no somos más que nadie. El mundo del fútbol es muy solidario», afirmó Jémez. Además, el club madrileño abrió una línea de ayuda que ya ha recibido donaciones de países como Alemania o Japón.

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