10 de diciembre de 2014

Derechos Humanos



Aprovechando la celebración del Día Internacional de los Derechos Humanos, El Ambidiextro ha decidido levantar su voz para protestar contra la supremacía de los diestros: tijeras, abrelatas, sacacorchos, pupitres y cuadernos de espiral, entre otros, son algunos de los objetos que parecen vedados para la mano izquierda. De hecho, el propio lenguaje castellano está lleno de referencias que, bien miradas, en el fondo ocultan un toque siniestro. En aras de la igualdad, la justicia y el respeto por los valores universales promulgados por la ONU, el autor de este blog se ha propuesto desmontar varias de esas expresiones que pululan a diestra y siniestra.

«Levantarse con el pie izquierdo». Basta con que alguien encadene dos o tres errores en un corto período de tiempo para que su falta de fortuna se asocie con el perfil izquierdo. Es decir, con lo «siniestro», término al que desde la antigua Roma se le asignó una connotación negativa: malo, perverso, desgraciado. Por el contrario, empezar algo «con pie derecho» es sinónimo de éxito y victoria. ¿Qué mente «siniestra» pudo hacernos algo así? ¿Cómo logró colarnos semejante barbaridad hasta nuestros días? El mundo está lleno de personas que cada mañana se levantan con el pie izquierdo y su suerte no se ve afectada. Si algún supersticioso persiste en la duda, que se lo pregunte a futbolistas como Lionel Messi, Arjen Robben o James Rodríguez.
Ser la «mano derecha» de alguien. Esa misma mente «siniestra» fue la que acuñó otra frase para referirse a los colaboradores más cercanos de los grandes personajes de la Historia. Los ejemplos abundan. Si quiere llevarme la contraria, búsquelos. Pero sepa que esas «manos derechas» no siempre son tan «diestras». Le pasó al zar Nicolás II de Rusia con el embaucador de Rasputín. Y también al gritón de Hugo Chávez con el obtuso de Nicolás Maduro. En cambio, la tradición ha delegado a la mano izquierda labores difíciles, incómodas o que uno se quiere quitar de encima. «Debes tener mucha mano izquierda con Bárcenas», le dijeron a Rajoy tras la publicación de la contabilidad «b» del PP.
«El derecho de las cosas». También nos han metido en la cabeza que las cosas bien hechas son las que se hacen al «derecho». Y en cierto sentido, está bien: no todo vale a la hora de hacer algo. ¿Le ha quedado claro, senador Uribe Vélez? Pero lo que tanto incomoda, a ojos de los zurdos, es la palabra «derecho» dominando la expresión. ¿Qué bendito problema habría si dijéramos «hacer las cosas al izquierdo»? ¿O si alguien propone el «izquierdo de las cosas»? Si el señor René Descartes, por ejemplo, no se hubiera empeñado en fijar un solo «derecho de las cosas», quizá nuestro mundo fuese distinto.
Declaración Universal de los Derechos Humanos. El gran despropósito ha llegado a la mismísima ONU. Si la declaración es «universal», nadie entiende por qué sólo aparece la palabra «derechos». ¿Acaso los zurdos no son humanos? ¿Y los ambidiestros? Claro, se escudan en el hecho de que los antiguos romanos llamaron «derecho» (en latín «directium») a todo lo que está «conforme con la regla». Pero eso, señor Ban Ki-moon, no soluciona nada. Si de verdad la ONU quiere abogar por la igualdad y el reconocimiento de las diferencias, habría que buscar una denominación más inclusiva. ¿Qué tal algo así como «Declaración Universal de los Derechos, los Izquierdos y los Ambidiestros Humanos»? A mí, ambidiestro militante, me gusta la idea.

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