25 de junio de 2015

Mil latigazos



—¡Qué milagro de verlo...! Pensé que se había retirado de este negocio de los blogs. O que, por fin, alguien le había puesto su «tatequieto» por todas las barbaridades que publica.
   —Soy ambidiestro. Si me amarran una mano, escribo con la otra.
   —¿Y esta vez a quién le va a echar el agua sucia?
   —A nadie. Quería hablar del caso de Raif Badawi, el bloguero detenido en Arabia Saudí.



   —¿Otro bloguero irresponsable y lengüisuelto como usted?
   —Badawi, de 31 años, fue condenado en 2013 a cinco años de prisión, una multa de un millón de riales (250.000€) y un castigo infame de 1.000 latigazos (vídeo).
   —Algo grave habrá hecho, ¿no? Seguro que no es ninguna monjita de la caridad.
   —Su «falta», si es que el término tiene cabida, fue abrir la web 'Red Liberal Saudí', una especie de foro en el que animaba a la gente a debatir sobre cuestiones del Islam y de la política del rey saudí, Abdalá bin Abdelaziz. Al parecer, la frase que sacó de sus casillas a la policía religiosa fue la siguiente: «Los judíos, los musulmanes, los católicos y los ateos son iguales».
   —¿Se imagina que una ley así se aplicara en Colombia?
   —Pues yo, además haber caído en la ruina, estaría condenado a recibir latigazos de por vida.
   —Usted sería, sin ninguna duda, el Badawi colombiano.
   —Yo soy, de alguna manera, Badawi.
   —No entiendo. Hasta donde recuerdo, usted siempre se ha salido con la suya, ¿no?
   —Afortunadamente. Los castigos que me han impuesto no pasan de borrarme del Facebook o de negarme el saludo en el Consulado de Colombia en Madrid.
   —¿Le parece comparable a lo de Badawi?
   —No, no, faltaría más. Si digo que soy Badawi, me refiero a que a él, a mí y a otros blogueros en el mundo nos impulsa una misma idea: la de expresarnos libremente, la de decir lo que pensamos aun cuando eso resulte molesto. La diferencia está en que mientras yo puedo gritar a los cuatro vientos cosas sensatas como «Colombia es el reino de la impunidad», él, en cambio, ha sido llevado a la cárcel por proponer un debate sobre el Islam y la política religiosa. Y eso no puede seguir pasando, ni en Arabia Saudí ni en Venezuela ni en Carfarnaún.
   —Eso está clarísimo. Pero ahora, dígame: ¿sirve de algo este post?
   —Probablemente, no.
   —¿Le retirarán la condena a Badawi sólo porque usted ha decidido escribir un texto sobre él?
   —No, y tampoco aspiro a tanto. Mis buenas intenciones se reducen al envío de un mensaje de solidaridad y valor ante su situación. Además, este blog lo leen usted y otros cuatro o cinco apátridas; o sea, nadie. Eso sí, déjeme decirle una cosa: mientras tenga la posibilidad de decir lo que pienso, lo seguiré haciendo. «¡Libertad para Raif Badawi!». Y otra vez: «¡Libertad para Raif Badawi!». Tal como va el mundo, quizá mañana ya no pueda decirlo.

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