—Si no tenía tema para el post de esta semana, habérmelo dicho y yo le habría ayudado a buscar uno menos grotesco. ¿No será otra de sus estrategias para captar más lectores?
—Nada de eso. Hace rato quería hablar de Wansky.
—¿Y no se le ocurrió un título más normalito? ¿Qué es eso de «penes cívicos»?
—Pues penes. O sea: falos, pollas, vergas, pichas, mondás, pirinolas...
—Ya lo sé, no tiene que explicármelo...
—... pitos, trolas, chimbos, nardos, cholas, camotes, guazamayetas...
—Mejor dígame quién es el tal Wansky. ¿Uno de esos antisociales que usted tanto promociona en este blog, como ese que construyó una peineta gigante en Praga?
—Es un vecino de la localidad inglesa de Bury.
—¿Y qué hizo el susodicho?
—Lo que ve en las fotos: pintar penes sobre el asfalto. Cansado de ver los agujeros que había en las calles de su barrio, se puso manos a la obra y empezó a pintar penes alrededor de cada boquete para llamar la atención del Ayuntamiento y de sus vecinos, que día tras día pasaban por allí sin darse cuenta del deterioro de las vías.
—O sea, vandalismo puro. ¿Y es que el «angelito» no sabía que existen las autoridades?
—Llamó durante ocho meses al Ayuntamiento. No obtuvo respuesta.
—Haberlo intentado un par de veces más.
—La paciencia se le acabó cuando uno de sus amigos, que daba un paseo en bicicleta, sufrió un accidente por culpa de un boquete. En ese momento decidió pasar a la acción.
—¿Pintando penes a diestra y siniestra?
—Yo prefiero una pintada que un accidente. Esos penes no le hacen mal a nadie.
—Son pintadas inmorales. Además, borrarlas significa un gasto añadido para el Ayuntamiento.
—Wansky usa una pintura que desaparece a los 15 días.
—Es igual. La autoridad debe tomar medidas contra este tipo de desequilibrados.
—La mejor medida sería prestar más atención al estado de las calles. Y a los ciudadanos, claro. Sí, de acuerdo: no es la mejor manera de elevar una queja. Los penes de Wansky son atrevidos, insolentes, imprudentes, descarados y provocadores. Pero, en el fondo, son su particular manera de servir a la comunidad. Un buen ciudadano no sólo acude a votar cada tanto, paga sus impuestos o respesta las señales de tráfico. Un buen ciudadano, además de eso y de otras cosas, es el que hace ver lo que los otros han dejado de ver.
—Y dígame, ¿consiguió algo el tal Wansky con semejante guarrada?
—Consiguió lo que quería: apenas 48 horas después de pintar el primer pene, el Ayuntamiento de Bury tapó el agujero señalado. Y luego otro, y otro, y otro más. Desde entonces no ha parado. Eso sí, lo ideal es que algún día deje de hacerlo. Que sus vecinos se quejen cada vez que sea necesario. Y que, a su vez, el Ayuntamiento oiga esas quejas. En resumen, descartar los penes.
—¿Y no se le ocurrió un título más normalito? ¿Qué es eso de «penes cívicos»?
—Pues penes. O sea: falos, pollas, vergas, pichas, mondás, pirinolas...
—Ya lo sé, no tiene que explicármelo...
—... pitos, trolas, chimbos, nardos, cholas, camotes, guazamayetas...
—Mejor dígame quién es el tal Wansky. ¿Uno de esos antisociales que usted tanto promociona en este blog, como ese que construyó una peineta gigante en Praga?
—Es un vecino de la localidad inglesa de Bury.
—¿Y qué hizo el susodicho?
—Lo que ve en las fotos: pintar penes sobre el asfalto. Cansado de ver los agujeros que había en las calles de su barrio, se puso manos a la obra y empezó a pintar penes alrededor de cada boquete para llamar la atención del Ayuntamiento y de sus vecinos, que día tras día pasaban por allí sin darse cuenta del deterioro de las vías.
—O sea, vandalismo puro. ¿Y es que el «angelito» no sabía que existen las autoridades?
—Llamó durante ocho meses al Ayuntamiento. No obtuvo respuesta.
—Haberlo intentado un par de veces más.
—La paciencia se le acabó cuando uno de sus amigos, que daba un paseo en bicicleta, sufrió un accidente por culpa de un boquete. En ese momento decidió pasar a la acción.
—¿Pintando penes a diestra y siniestra?
—Yo prefiero una pintada que un accidente. Esos penes no le hacen mal a nadie.
—Son pintadas inmorales. Además, borrarlas significa un gasto añadido para el Ayuntamiento.
—Wansky usa una pintura que desaparece a los 15 días.
—Es igual. La autoridad debe tomar medidas contra este tipo de desequilibrados.
—La mejor medida sería prestar más atención al estado de las calles. Y a los ciudadanos, claro. Sí, de acuerdo: no es la mejor manera de elevar una queja. Los penes de Wansky son atrevidos, insolentes, imprudentes, descarados y provocadores. Pero, en el fondo, son su particular manera de servir a la comunidad. Un buen ciudadano no sólo acude a votar cada tanto, paga sus impuestos o respesta las señales de tráfico. Un buen ciudadano, además de eso y de otras cosas, es el que hace ver lo que los otros han dejado de ver.
—Y dígame, ¿consiguió algo el tal Wansky con semejante guarrada?
—Consiguió lo que quería: apenas 48 horas después de pintar el primer pene, el Ayuntamiento de Bury tapó el agujero señalado. Y luego otro, y otro, y otro más. Desde entonces no ha parado. Eso sí, lo ideal es que algún día deje de hacerlo. Que sus vecinos se quejen cada vez que sea necesario. Y que, a su vez, el Ayuntamiento oiga esas quejas. En resumen, descartar los penes.
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