5 de septiembre de 2015

Emotiva carta de despedida de El Ambidiextro a su viejo Nokia 100 RH-130




     Querido Nokia:

     Te parecerá un tópico más, una frase tan gastada y sucia como el ringtone de «Taxi», pero la verdad nunca pensé que llegaría este día. El día en que, por una cuestión de supervivencia, debo
cambiarte por un smartphone (¡ay!)... Es más, se me corta la voz sólo con decirlo...



   Contigo aprendí lo que es la inmortalidad. Y lo digo en sentido literal. ¿Cuántos golpes de gran magnitud no sufriste al escapar de mis bolsillos y, sin embargo, seguiste funcionando como si nada ¿Cuántas veces no quedaron tus partes desperdigadas en el asfalto y volviste a emitir la luz blanca de tu pantalla de inicio contra todo pronóstico? Eras como Lázaro: siempre regresabas, siempre le ganabas la batalla a la oscuridad. Como el día en que caíste del balcón de una segunda planta. O el otro en que rodaste por las escaleras del metro. De hecho, a esta altura estoy convencido de que tú, las cucarachas y la desfachatez de Álvaro Uribe para burlar la justicia son las únicas cosas que sobrevivirán a la próxima bomba atómica.
   Sé que no tengo saldo moral para decir nada. Sé que había jurado mil veces que nunca, nunca te cambiaría por un smatphone, esos aparaticos por los que la turba consumidora es capaz de hacer filas de hasta 20 horas y que dentro de poco traerán una aplicación que les permitirá vivir en reemplazo de sus dueños. Sin embargo, voy a hacer una descarga a mi favor.
   Algunas cosas han cambiado. He conseguido un nuevo trabajo en el que es indispensable que tenga uno de esos aparaticos del demonio. El día a día me lo exige. Hace poco envié mi primer whatsapp. Aunque, si te soy sincero, no me pareció nada del otro mundo. No entiendo por qué la turba anda tan enganchada a una pantallita con mensajes sucesivos. Al mismo tiempo, he empezado a explorar otras funciones de mi nuevo móvil (¡ay!) sin todavía llegar a dominarlas; de hecho, son ellas las que me dominan a mí. Ha sido como entrar en una dimensión desconocida, como cuando te quedas sin señal en mitad de una conversación. Pero, al final, me he ido haciendo a la idea. El nuevo móvil (¡ay!) poco a poco va adquiriendo las herramientas necesarias. Y yo, a la vez, voy asumiendo que a partir de ahora tendré que llevarlo en el bolsillo como una parte más de lo que soy, de esta nueva versión de mí mismo. Mi versión 2.0.
   ¿Te imaginas qué sería de la vida sin los cambios? ¿Te has puesto a pensar, querido Nokia 100 RH-130, qué pasaría si permaneciéramos inalterables en el tiempo? El iPhone 6 Plus ha sido la evolución del iPhone 6.0, y el iPhone 6.0 del iPhone 5.0, y así hasta desandar una larga cadena que nos llevaría al primer móvil de la historia, el Adán de los teléfonos móviles.
   Qué duda cabe: te echaré muchísimo de menos. Me harán falta la luz de tu linterna, el tono de llamadas con la música de Liszt, la palabra «NOKIA» en letras azules cada vez que te encendías y, por supuesto, el delicado tacto de los botones de tu teclado.
   Pero, a la vez, también sé que debo contestar esta llamada del destino. Que el mensaje de voz es claro. Y que, del mismo modo en que hace seis años llegaste a mi línea móvil, ahora debo dejarte en libertad para que viajes a ese lugar sin cobertura, a ese vacío al que no llega ninguna señal, esa primera oscuridad tecnológica en la que estabas antes de que yo pulsara el botón de encendido y me brindaras tu luz y tu energía. Así es la vida, y también la telefonía móvil.
   En mi memoria, tu recuerdo nunca se quedará sin batería.
   Te deseo una feliz desconexión.


   El Ambidiextro

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