17 de noviembre de 2014

¿Podemos o Podemos?



—Me extraña su silencio, compañero. Podemos ya es la primera fuerza política en intención de voto y usted no nos ha dedicado ni una sola línea.
   —La cosa tiene buena pinta. Lo que pasa es que a veces me entran dudas.
   —A ver, qué dudas. Debatamos.
   —En primer lugar, no sé de cuál «Podemos» estamos hablando.
   —Pues de Podemos, la alternativa ciudadana ante la «casta» política y el poder financiero que, desde el año '78, vienen pisoteando nuestra democracia.
   —Ya lo sé. Lo que no me queda claro es si hablamos de «Podemos» o del otro «Podemos».
   —Podemos sólo hay uno, compañero.
   —Según la RAE, son dos. El primer «Podemos» es la primera persona del plural del presente del verbo «podar». O sea, el que usted usa cuando dice: «Podemos las malas hierbas».
   —Bueno, si de eso se trata, ese «Podemos» también tiene que ver con Podemos.
   —Claro, y hasta cierto punto lo entiendo.
   —¿«Hasta cierto punto»?
   —En su significado más directo, el verbo «podar» significa limpiar, asear, expurgar, adecentar o mejorar algo. Pero, visto desde el extremo, también puede ser sinónimo de talar, cercenar, desmochar o mutilar. Y eso es lo que, en el caso de Podemos, no acaba de cerrarme. Sobre todo si se habla de los medios de comunicación o del tratamiento al sector privado.
   —Podemos no propone una ruptura, sino un replanteamiento.
   —A veces no lo parece. A veces da la impresión de que es mero griterío y resentimiento.
   —No, compañero. El griterío es exclusivo de PP y PSOE.
   —Si lo que me dice es cierto, entonces nos acercamos al segundo «Podemos».
   —¿Qué significa ese «Podemos»?
   —El segundo «Podemos» me gusta más. Es la primera persona del plural del presente del verbo «poder». Por ejemplo, el que usamos cuando decimos: «Podemos hacer las cosas de otra forma». Me gusta la voluntad de ese «Podemos», en plural, pues lleva implícito el «poder» de la unión ciudadana que propone otra forma de «poder», o sea, de Estado: uno más cercano, más eficaz y transparente y con una verdadera vocación de servicio. Y como ese «poder» cada día es más «poder», no sería mala idea verlo en el Parlamento como una parte más del «poder» político. Un «poder» dentro del «poder». Es decir, un «poder» más real.

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