25 de abril de 2015
¿Con o sin corbata?
—¡Qué milagro de verlo! ¿Dónde estaba metido? Creíamos que le había picado el «bichito» de la política y andaba en plena campaña para la Comunidad de Madrid...
—Mi única aspiración política es ser Presidente de Colombia.
—Lo digo porque como ahora hay tanta gente nueva en las listas de los partidos: un poeta, un filósofo kantiano, una jurista, un diseñador de páginas web, profesores universitarios...
—Eso de «gente nueva» no está del todo claro. Habrá que verlo.
—Al menos se visten distinto, ¿no?
—Pedro Sánchez no usa corbata y el PSOE, sin embargo, sigue siendo el mismo de Rubalcaba. Lo único que ha cambiado es la rosita del logo socialista.
—La rosita ya estaba en tiempos de Rubalcaba.
—Bueno, pues ni eso.
—Lo noto muy escéptico. ¿No me diga que está pensando en votar al PP?
—No, no. Yo soy una persona sensata.
—¿Entonces? ¿No le gusta lo que está pasando? ¿O es que desconfía de las caras nuevas?
—Ni lo uno ni lo otro. Al contrario: la irrupción de nuevos partidos es más que necesaria en un sistema bipartidista que, tras repartirse el poder durante más de 30 años, huele peor que la Dinamarca de Hamlet. Son un respiro, una bocanada de aire fresco en medio de la pestilencia. Y eso hay que celebrarlo. No podemos seguir el ejemplo de Rajoy: no hacer nada.
—O sea, que usted tampoco usa corbata...
—Tampoco. Pero, en realidad, eso no importa. También podría decirle: «Sí, uso corbata».
—No le entiendo. Explíquese.
—Digo que la corbata es lo de menos. O la coleta. O el antebrazo lleno de pulseras de Lavapiés con los colores de la bandera de Jamaica. Son meros accesorios.
—Pero a la gente le gusta todo ese rollo. ¿Se imagina a Pablo Iglesias con el pelo cortado a ras?
—Le pasaría lo mismo que a Sansón: perdería su fuerza.
—¿O a Varoufakis, el misnistro griego, si vendiera la famosa moto en la que anda?
—No, no me lo imagino. Y ojalá nunca la cambie por un coche oficial. Pero, le repito, el asunto aquí es otro. El debate entre la «vieja política» y la «nueva política», ese que ahora se ha puesto tan de moda, no depende únicamente de eso. El verdadero cambio es una cuestión de intenciones, de transparencia, de voluntad y compromiso por hacer mejor las cosas y gestionar de una manera más eficaz lo que es de todos. Ésa debe ser la «nueva política». Lo demás será como cambiarlo todo para que no cambie nada. O sea, quitarse la corbata para seguir llevándola.
(*) El ministro de Economía de Grecia, Yanis Varoufakis, en un encuentro con su homólogo británico, George Osborne, en febrero de 2015.
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