2 de abril de 2015

Política gramatical: cuatro partidos





Tras las elecciones en Andalucía y los más recientes sondeos de intención de voto del CIS, cuatro fuerzas protagonizan el escenario electoral en 2015. Cuatro partidos. Cuatro formaciones que, al menos en teoría, reflejarían el «sentir político» de los electores.




Sin embargo, no está del todo claro. El Ambidiextro, que se está planteando acudir a las urnas por primera vez en su vida, se ha tomado la tarea de indagar en las siglas de estas cuatro fuerzas políticas para averiguar qué tanto hay de cierto en lo que pregonan. He aquí el resultado:



PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL (PSOE): Lo de «socialista», de entrada, choca un huevo. ¿Cómo puede enarbolar la bandera de la socialdemocracia si fue el partido que inició las políticas de austeridad que, a partir de 2010, han atentado contra la dignidad y el bienestar de los ciudadanos? Marx debe de estar revolcándose en su tumba. En cuanto a la palabra «obrero», el solo hecho de oírla da risa: basta con recordar los ERE de Andalucía para desmontarla. ¿O es que meterse al bolsillo cerca de 6.000 millones de euros destinados a la formación de los desempleados hace parte de la reivindicación de los trabajadores? Ni «socialista» ni«obrero», el nombre queda reducido a lo «español». Sin embargo, también esto ha generado enormes dudas desde el día en que Obama llamó a Zapatero para obligarle a reformar la Constitución. ¿Un partido «español» que se deja mangonear de los gringos? ¿O de Merkel? Lo dicho: Marx, no te levantes; si lo hicieras, buscarías la tumba de nuevo.



PARTIDO POPULAR (PP): El término «popular» proviene del latín «popularis», que se refiere a aquello que pertenece al pueblo; es decir, a la gente, al ciudadano común y corriente. Lo curioso es que el PP siempre ha estado en las antípodas. Ni siquiera en los tiempos de don Manuel Fraga, cuando se llamaba Alianza Popular (AP), podía llamarse partido «popular». Y mucho menos ahora. ¿Cómo va a serlo si en menos de cuatro años se ha cargado todo lo que ha podido en temas como educación, sanidad, seguridad laboral, investigación y cultura? ¿Cómo entender lo «popular» cuando desde sus despachos se han orquestado las tramas de corrupción más grandes de la Democracia? ¡De «popular» nada! Debería llamarse Partido Impopular (PI).




PODEMOS: «Podemos» es la primera persona del plural del presente de indicativo del verbo poder. Traído al terreno electoral, es el grito desesperado de quienes ya no se sienten representados por los partidos tradicionales, especialmente PP, PSOE e IU. Es una reivindicación ciudadana: «Podemos» hacer las cosas de otra manera. Pero ese «Podemos», expresado en potencia, también da para mucho. Por ejemplo, para decir «Podemos» hacer cualquier cosa que nos venga en gana. O «Podemos» decir hoy una cosa y mañana otra. O, incluso, «Podemos» tener en nuestras listas a alguien que no aclare del todo sus líos con Hacienda. El ascenso de la formación de Iglesias se ha frenado en el último mes. Quizá se deba a que muchos de sus simpatizantes hayan accionado la palanca de la ponderación: preferimos un «Podemos» como intención o voluntad de cambio que otro «Podemos» como carta blanca para cualquier cosa.



CIUDADANOS (C's): Desde la antigua Grecia, el «ciudadano» era el sujeto que pertenecía a una polis, es decir, a un Estado, y que tenía, por tanto, ciertos derechos y obligaciones. Según ello, todo el mundo encajaría en esta definición, llámese Albert, Mariano, Pedro o Pablo, y asimismo Ciudadanos sería el partido más votado en España. No tendría competencia: el censo electoral en pleno le daría su voto. Pero no es tan fácil. Primero, porque el partido de Rivera recién empieza a abrirse campo en otras latitudes distintas a Cataluña. Y segundo, porque no ha hecho nada por frenar iniciativas del PP como la eliminación de la Tarjeta Sanitara a los inmigrantes sin papeles. ¿Será que para Rivera y sus compañeros de formación aún existe la distinción entre ciudadanos de primera y de segunda categoría? También pasaba en la antigua Grecia: los extranjeros («peregrini») y los esclavos tenían un trato distinto.

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