20 de septiembre de 2016
Quinto cumpleaños: reelección indefinida
—¿Cinco años y usted todavía perturbando la paz de los lectores? ¿No le parece que ya va siendo hora de admitir su fracaso como bloguero y largarse de una buena vez?
—Al contrario: vengo a anunciar mi reelección indefinida.
—¿Reelección indefinida?
—Mejor dicho: voy a seguir hasta que me dé la gana.
—¿Y no dizque muy crítico con la reelección de Evo, Ortega y Rafael Correa?
—Lo de ellos es distinto. Han cambiado las reglas del juego varias veces para apoltronarse en el sillón presidencial. Y ahí siguen. Yo no. Si este blog sigue activo, es gracias a los 17.500 visitantes que han tenido estos 205 posts a lo largo de 5 años.
—¿O sea que todavía le quedan lectores?
—Claro, desde Alaska hasta la China y desde La Patagonia hasta Noruega.
—Yo creí que las únicas visitas eran las que se hacía usted mismo.
—Mis lectores no son muchos, pero sí fieles y disciplinados: los suficientes como para tener una cuota de representatividad en este parlamento ilimitado que es Internet.
—Pues consúlteles si quieren que el blog siga un año más.
—Las estadísticas ya me han dado la respuesta.
—Aproveche que ahora está de moda el plebiscito y pregúnteles algo más o menos así: «¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación de este blog, el olvido necesario y definitivo de su autor y la construcción de nuevos contenidos digitales de calidad, estables y duraderos?».
—No hace falta. Cada visita es un voto a favor del blog.
—¡Eso es lo que usted cree!
—Si no fuera así, me lo harían saber. Y convocarían un revocatorio, como en Venezuela.
—Daría lo mismo: al igual que Maduro, usted no se iría ni con agua caliente.
—Sería el primero en irme. Los blogueros no somos nada sin los lectores.
—Ese discursito ya se lo oímos hace tres años. Debería cambiarlo por otro menos cursi.
—Ahora lo tengo más claro que nunca.
—Demagogia en estado puro. ¿No será usted de Podemos?
—No es demagogia; es la verdad. Así como la política deja de tener sentido cuando no refleja el interés de las personas, los textos de los blogueros no existen sin la mirada de los lectores. Es una regla esencial de esto: se escribe para compartir, es decir, para vincularse a los otros. Lo más importante no son los textos; lo realmente importante es que esos textos se conviertan en formas de conexión, de crear comunidad. En ese sentido, la escritura también es política.
—¿Política de izquierda o política de derecha?
—«Política» en su sentido más amplio.
—¿O sea que va en serio lo de la reelección indefinida?
—Hasta que se me acaben las ideas y las ganas.
—¿Y no le teme al desgaste?
—No, siempre trato de decir cosas nuevas. O de repetirlas de forma distinta.
—Ya son 5 años. Sus índices de popularidad podrían venirse al suelo y sus adversarios de la red quizá le monten un juicio político, como le hicieron a Dilma.
—Eso no va a pasar. Mi único adversario es usted.
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