5 de marzo de 2012

Entrevista al Cristo de Medinaceli



El ambidiextro habló en exclusiva con el mismísimo Cristo de Medinaceli, más conocido como el Señor de Madrid. Momentos antes de que la basílica abriera sus puertas para el inicio del culto —que se realiza cada primer viernes de marzo—, el Cristo se refirió a los miles de devotos que este año se agolpaban en las afueras del recinto para el tradicional besapiés.

¿A qué atribuye este significativo aumento de fieles?
Me gustaría creer, hermano, que tan noble gesto obedece a la captación de nuevos devotos. Pero si debo ser sincero, me temo que es por la crisis y el aumento del paro.
¿Está preparado para semejante demanda?
Ha sido mi misión desde 1682. En todo este tiempo, no se imagina la cantidad de bocas que han besado mi pie derecho. Aun así, trato de oír todas las peticiones.
¿Es usted tan milagroso como dicen?
Verá, hermano... La idea es que la mayoría de los milagros se cumplan. Pero usted entenderá que a veces el gentío es tanto, que debo ser muy selectivo. Por ejemplo este año, ante semejante romería, tendré que centrarme en las peticiones más urgentes. Además, los devotos son cada vez más exigentes en el terreno de la fe.
¿Qué es lo que más le piden?
Antes me pedían cosas sencillas: un puntaje alto en las oposiciones, empleos medios, una plaza en tal o cual empresa... Es decir, puestos de trabajo que estaban a mi alcance. Pero este año, según me han dicho, el clamor general será uno solo: que acabe con la crisis y el paro. Hasta la propia alcaldesa de Madrid, la hermana Ana Botella, se ha unido a la plegaria.
¿Tiene usted el remedio para la crisis?
El terreno de la fe es apto para cualquier plegaria. Pero tratándose de semejante cosa, tendré que hacer un esfuerzo adicional. Siempre he sido un Cristo de milagros pequeños. Los de gran escala están encomendados a otros santos. Además, los asuntos económicos son los que más se resisten al influjo y gloria de los milagros.
¿Cuánto tiempo cree que tardará?
No lo sé, hermano. Lo que sí puedo decir es que en breve empezaré a trabajar en ello. No es un milagro fácil. Quizá hasta necesite la ayuda del mismísimo Dios.

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