30 de abril de 2014

Contrapunto



De un tiempo para acá, la orquesta sólo interpretaba notas bajas. Primero fue la llegada del actual director, que había sido elegido sin saber lo que era un pentagrama, un acorde o un compás. Sólo entendía de tonos altos. Después vino el problema con los instrumentos: faltaban cuerdas, teclas, papel, sillas y hasta un escenario en condiciones para la interpretación.
De modo que un día, durante el estribillo de una pieza sin ritmo titulada 'Revolución Bolivariana', la mitad de los músicos se negó a seguir la partitura. En cambio, formaron un contrapunto para exigir al atril una mayor armonía entre las voces.
Pero el director, que sólo oía su voz de tenor enfurecido, ordenó a su guardia de violines que los hiciera callar. Lo consiguió, pero no del todo. La acústica del auditorio, mermada por las reformas emprendidas por el antiguo director, sirvió sin embargo para que el alegato tuviera resonancia en otras orquestas. Su eco pronto le dio la vuelta al mundo.
Fue así como se logró lo que parecía imposible: que el director, sordo a la libertad interpretativa, se sentara a escuchar a los músicos del contrapunto.

(*) Estudiantes se manifiestan contra el gobierno de Nicolás Maduro en una calle de Caracas. Los enfrentamientos han dejado más de 40 civiles muertos.

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