21 de junio de 2016

Manos



—Bienvenidos a esta sesión de rehabilitación. Os recordamos que este grupo está conformado por maltratadores confesos y por otros tantos que hasta ahora no lo han reconocido. Que cada quien diga lo que tenga que decir. Ya podéis empezar a hablar.
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   — ... lo peor que puede pasar es que se vaya la luz...
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   — ... lo peor que puede pasar es que se vaya la luz... Lo peor que puede pasar es que se vaya la luz en tu casa... sí, en tu casa...
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   — ... se va la luz y dejan de funcionar las cosas: el refrigerador, el aire acondicionado, la tele, el ordenador de los críos, la lavadora de tu mujer... Es lo peor que puede pasar en una casa, en la ciudad, en culquier sitio... Se apaga todo, las cosas deja de funcionar, es como un paréntesis, un paréntesis dentro del paréntesis... Un silencio dentro del silencio... No sé si me explico...
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   — ... todo se queda en silencio, todo... Y oyes los gritos de los vecinos a través de las paredes, los gritos de los críos porque ya no pueden jugar en el ordenador, los gritos de tu mujer porque se le ha estropeado esto o aquello... Y  tratas de calmarte, tratas de controlarte... Pero todos siguen gritando, los vecinos, los críos, tu mujer... sobre todo tu mujer porque se le ha estropeado quién sabe qué cosa... Es como un paréntesis dentro de paréntesis... Entonces discutes con los vecinos, discutes con los críos, discutes con tu mujer... sí, discutes sobre todo con tu mujer, la dueña de la casa a la que se le ha estropeado algo, la ama y señora de la casa...
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   — ... y sientes el golpe de furia, la ira, una ola de ira quemándote por dentro... ¡Sientes la sangre hirviendo en la punta de los dedos, en las manos, en el puño cerrado...! ¡Y lanzas el golpe...! ¡Lanzas el golpe porque no tienes más remedio...! ¡Porque sabes es que la única forma de romper ese paréntesis, ese silencio dentro del silencio... lo peor que puede pasar es que se vaya la luz...
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   — ... es lo peor que puede pasar en una casa... que se vaya la luz... No sé si me explico...
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   — ... y ves tu palma de la mano marcada en la mejilla de tu mujer...
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   — ... ves tus dedos marcados en su mejilla, uno a uno... ves la mano entera...
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   — ... y no te lo crees, no crees que hayas sido tú... Pero ahí está tu mano marcada en su mejilla, tus dedos, uno a uno... tus dedos marcados en su mejilla...
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   — ... no crees que hayas sido tú...
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   — ... no te crees capaz...
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   — ... pero cuando estás pensando en ello descubres que entonces ha vuelto la luz... sí, ha vuelto la luz a tu casa... Y todo funciona otra vez: el refrigerador, el ordenador de los críos, el aire acondicionado, la tele, la lavadora de tu mujer... La vida vuelve a ser como antes. La vida vuelve a ser como tú crees que tiene que ser... Nadie grita: ni los vecinos, ni los críos, ni tu mujer... Todo funciona otra vez... Ya no existe el paréntesis ni el silencio dentro del silencio...



(*) Manos, de Gustavo Montes
Intérprete: Fabián Pérez
Compañía: Viterbo Teatro
Sala: El Umbral de Primavera (c/ Primavera, 11 - Madrid).
Hasta el sábado 25 de junio de 2016

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